MATERIAL
PARA ELECTORES
A la publicidad electoral, hay
que oponer el razonamiento
En Veracruz, como en otras entidades, está próximo a realizarse un
nuevo proceso electoral por lo que puede
ser oportuno y de utilidad, compartir con los electores todo aquello que alerte su conciencia, la que, lamentablemente, una
vez más se verá sometida al bombardeo de publicidad para no pensar.
Quieres
conocer a un hombre, ¡dale poder!
Sin importar ideología,
credo religioso o partido político y hasta el caso de los “sin partido”, lo
cierto es que los seres humanos, cuando detentan poder, económico, político o
de otra índole, cambian, “se transforman”,
dejan de ser lo que parecían ser - uno de
tantos- para convertirse en otra cosa, en otra “personalidad”. Desde luego,
los hay que afirman “soy el mismo” pero la verdad está en la percepción que los
demás tengan del hombre con o en el poder.
De aspirantes voluntariosos
y optimistas pueden pasar a gobernantes “realistas” que hacen “lo posible”, de
críticos de la ineptitud y de la corrupción, a ser parte silenciosa de esta, de
humildes se pasan a la soberbia, y de modestos de economía, a millonarios de
riqueza inexplicable. El poder político en México no es la única pero si la más
grande fabrica de corrupción, de acumulación ilícita. Todos los intentos
correctivos, han sido contraproducentes.
Cuando
la anticorrupción es demagogia
Nuestra “democracia
representativa” sigue siendo un cheque en blanco de la voluntad popular que los
representantes ejercen bajo su arbitrario criterio personal, sea como legisladores
o como titulares del poder ejecutivo. El poder corrompe porque el atraso
político de la sociedad lo permite. Nadie en el poder se hace harakiri. Hasta
ahora, las ofertas anticorrupción han sido electoreras y mesiánicas; el cambio,
si no es de todos y también de “abajo” para “arriba”, será simulado y se
quedará en simple refuncionalización del sistema existente. Quizá por eso el
tinte incluyente que se pretende darle a la Comisión Anticorrupción propuesta
por Enrique Peña Nieto.
Todo
poder absoluto corrompe
Los electores, al otorgar a
sus gobernantes poderes casi absolutos, unipersonales, sin contrapesos,
sin eficaces mecanismos de rendición de
cuentas y revocación del mandato, sin normas que precisen los límites del poder,
convierten a los gobernantes en virreyes o dioses sexenales, les hacemos creer
y creemos que solo lo dicho y decidido por ellos tiene fundamento y razón de
ser; que todo a su paso se puede transformar y convertir en progreso para
todos.
Nos quejamos amargamente porque
los que nos gobiernan pierden el equilibrio, la ecuanimidad, la prudencia,
responsabilidad, honestidad y todas las virtudes que supone un buen gobierno.
Otras veces, denunciamos el hecho cual adolescentes desilusionados del primer
amor y nos lamentamos de que el ser amado
se haya convertido en un monstruo que nada se parece a lo que parecían
ser cuando nos pidió el voto. Cierra este patrón de comportamiento la
resignación hasta que termine el período para el cual fueron electos.
Ver
para creer
Hay aspirantes al poder que
pueden parecer un “dechado de virtudes”,
la verdad solo se sabrá una vez que ocupen el cargo para el que hayan sido
electos. Hay otros que siempre ha ocupado algún cargo pero como carecen de
pruebas que demuestren honestidad y resultados de beneficio para el pueblo
durante los mismos, solo enuncian los cargos sin alusión alguna a lo que hicieron.
¿Qué
le pasa al ser humano en el poder?
¿Será verdad que una vez
encumbrado, el gobernante se enferma, o
será ésta una verdad a medias a la que habría que añadirle que tan solo se
agrava aquel que al poder llega enfermo, gracias al sistema y el tipo de
relaciones que establece con sus
súbditos y con la sociedad?
¿Quién está más enfermo, el
gobernante enfermo en y por el poder o
quienes no se preocupan ni se ocupan por investigarlo oportuna y suficientemente antes de nombrarlo su representante?
Poder,
estupidez y sabiduría
¿Con quién comparte sus más
importantes decisiones el gobernante? ¿Quién está junto a ellos a la hora de
las presiones y las tentaciones? ¿Sólo su conciencia? ¿Tienen consejeros
incondicionales o colaboradores y amigos dispuestos a herirles con la verdad
para no ofenderle con la mentira? ¿Su ego les ha permitido asimilar la crítica
de algún colaborador o detrás de cada observación o discrepancia se ve a un
enemigo más al que hay que eliminar?
Por lo que sea, decir
que el poder cambia a las personas es ya
una frase común y al parecer saberlo no nos ha hecho recapacitar lo suficiente
como para ocuparnos de medidas eficaces que prevengan desviaciones o un
ejercicio patológico del poder.
Aunque el político sea el
más efímero de los poderes, para muchos no deja de ser un atractivo ya que
representa la máxima oportunidad para servir a sus semejantes y/o para adquirir
- aunque solo sea como inquilino - muchos otros tipos de poder. En resumen, lo
quiera o no el gobernante, quien lo sea, tiene todos los recursos y
posibilidades de satisfacer crecientes necesidades del ego, de acumulación de
bienes materiales e incluso de poder para seguir gobernando más allá de su
tiempo. En Veracruz tenemos ejemplos.
Nadie
en el poder es sabio hasta que lo demuestra.
Nadie en el poder está
exento de extravío y desequilibrio. Es el poder una de las pruebas más
completas a que se enfrenta el hombre no importa el tipo de profesión que haya
adquirido previamente, el partido al que pertenezca o la religión que profese.
El poder político - ejercido como poder personal- es el más susceptible de toda
clase de debilidades y desviaciones. En México, ninguno de los recursos
Constitucionales ha impedido el ejercicio personal y patrimonialista del poder.
Los juicios políticos no existen más que como pretexto de negociación de alguna
fuerza política.
El
poder, fuente de virtuosos y también de monstruos.
Con las republicanas
excepciones, se dice que en México el poder ha enfermado a muchos y es que abundan
las pruebas de ello. No importa la procedencia social, económica o ideológica:
abanderados de la fe cristiana, de la justicia socialista, de la “raza
superior”, del libre mercado, de la razón de estado o de la ciencia, del
PRI,PAN,PRD, PT,etc., los ha habido que en el poder experimentan procesos de
extrañamiento o de abandono de su personalidad original. Pocos son los casos en
que el hombre con poder político, concluye y se retira sano y con sabiduría. De
todos los partidos, grupos y procedencias, la historia registra pruebas de que
el poder puede producir libertadores, visionarios, hombres de bien y de
servicio y también dictadores, ladrones, monstruos, degenerados y, desde luego,
enjambres de nepotismo.
El
hombre en el poder político y los medios de comunicación
Es común este binomio.
Comprende desde la modesta compra de plumas y espacios, hasta la adquisición o creación
de empresas de comunicación. Invertir en esta actividad es casi vital para los
hombres del poder y también no pocos empresarios. Es de tal naturaleza y magnitud el poder de
los medios que con el título de “poderes fácticos” se hace referencia a un poder
desafiante del Estado y sus instituciones. En cuanto a los comunicadores, el
hombre en el poder los prefiere de aliados o de perdido de subsidiados.
Sueños
guajiros
¡Vigiláos los unos a los
otros! Legitimación del derecho a
disentir; sociedad civil activa, real empoderamiento del ciudadano con efectivo derecho a la información y con suficientes medios para ejercer el
derecho a la libertad de expresión; autentica rendición de cuentas, auténtico
equilibrio y corresponsabilidad entre los tres poderes; preservación de
contrapesos en el Congreso, real soberanía de los estados; respeto y fortalecimiento del gobierno municipal; derecho de revocación del
mandato, valoración del poder creativo y reformador de la crítica del funcionario
público y su desempeño. Fin a todo
ejercicio patrimonialista y discrecional del poder. Castigo a toda forma de
abuso del poder. Absoluto respeto a los derechos políticos constitucionales.
Cultura de la legalidad, cultura de los derechos humanos. Real aceptación de
que somos una sociedad pluricultural, de muchas raíces, multiétnica con
igualdad de derechos.
Democracia al interior de
todos los partidos, sindicatos, gremios
y organizaciones. Democracia como modo de vida en todos los ámbitos, espacios e
instituciones con verdadera actitud
incluyente, no simulada. Diálogo público sobre los asuntos públicos; que sea
realmente plural. Única intolerancia: con los intolerantes. Ciudadanos conscientes de sus derechos y obligaciones.
Derecho
a conocer la vida de los aspirantes a representar al pueblo
Los electores tienen derecho
de conocer la vida personal y familiar
de quien va a gobernarlos, no porque se requiera ser santo para ser buen
gobernante (que por cierto casi nunca lo han sido), sino porque de noche todos
los gatos son pardos, “ser demócrata” está de moda, todas las religiones e
ideologías se disputan los mimos valores, hay crisis de credibilidad y, en
estas condiciones suben a su máximo valor los hechos, las pruebas, los
resultados, los compromisos cumplidos, la congruencia entre pensamiento,
palabra y acciones.
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